La causa de la muerte de los caballos de San Miguel de Aguayo continúa siendo un misterio. «No se descarta nada», dijo ayer el director general de Ganadería, Ismael Esparza, tras confirmar que, eso sí, los animales no murieron por enfermedades que pudieran afectar a otros animales o a personas y que la teoría de la muerte a tiros sólo se barajó en el primero de los casos. La tesis de la intoxicación, sin embargo, se mantiene abierta.
El Laboratorio de Sanidad de la Consejería de Desarrollo Rural practicó necropsias a los últimos dos caballos muertos del mismo ganadero -el alcalde del pueblo, Alberto Fernández-, con el objetivo de eliminar opciones, sobre todo que los fallecimientos (hasta ahora dice que ya van ocho) no se hayan producido por alguna enfermedad de detección obligatoria, misión principal como departamento de alerta sanitaria.
A raíz de los análisis realizados por el veterinario del seguro, que observó septicemia en los cadáveres (infección grave que se distribuye al organismo por la sangre), Ganadería recogió muestras para ir descartando enfermedades infecciosas. La primera, el carbunco (causada por bacterias), que en su día tuvo una elevada incidencia en algunas zonas de Cantabria. Descartada. Después piroplasmosis (parásitos), que puede afectar a caballos de monte. También se descarta.
«Lo único», según Esparza, que se detectó en estas necropsias fue un germen, el clostridium, que se encuentra en los intestinos, «pero podía ser postmortem».
Así las cosas, sólo se sabe lo que no pasó, pero no lo que pasó. Pero Ganadería tiene sus sospechas: «que se trató de un síndrome multifactorial», esto es, que murieron por varias cosas a la vez, como por algún problema parasitario unido a una intoxicación.
No se investigó el envenenamiento, «porque tóxicos hay infinidad, raticidas hay miles» y la intoxicación podría ser hasta natural. En cualquier caso, Ganadería congeló muestras de bazo e hígado por si aparecen evidencias de algún tóxico y se pudieran volver a analizar. «Aunque se sospechó de envenenamiento, en caballos de monte es muy difícil», dijo, y sobre la teoría del disparo señaló que sólo se comentó en la primera muerte, por un desgarro en la carne con «cortes limpios» que podrían hacer pensar en la intervención humana.
Además de a los dos caballos muertos, también se sacaron muestras de un grupo de cuatro ejemplares vivos del mismo ganadero, que descartó síntomas infecciosos.
Fuente: eldiariomontanes.es
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